He leído, ya en varios sitios y en distintos medios, cómo marcas de ropa, compran mano de obra en países menos desarrollados por un par de euros al día o menos, en condiciones infrahumanas, pagando a los trabajadores lo mínimo posible, en el mejor de los casos para sobrevivir y seguir trabajando, igual que ocurría con el esclavismo cuando trabajaban por techo y comida. En Tailandia, por ejemplo, y no es el peor caso, el poder adquisitivo es un 90% menor que en España (cuando es dentro de la ley). Me estremeció de alguna manera pensar que seres humanos sin escrúpulos, se aprovechan de seres humanos sin recursos, amparándose en razones más sobrecogedoras si cabe.
¿Y por qué pasa esto? Imagino que las empresas necesitan ser competitivas para que no decaigan las ventas, pero sobre todo porque si no lo hacen, vendrán otros que lo harán, lo que supondría su descalabro. Los países del tercer mundo se ofrecen a trabajar por una miseria, porque menos es nada. Y así se construye un mundo de consumo donde para algunos la dignidad es una utopía y para otros un juego de poder. De cualquier manera todos se apoyan en las leyes (cuando no las incumplen) que se lo permite, en el desconocimiento, ya que contratan con uno que contrata con otro que dice que todo es legal. Lavándose así las manos.
Quizá yo esté loco, pero si no, prohíbase la explotación, redúzcanse las necesidades, limítese la riqueza. Si no podemos cambiar la ropa cada temporada porque pagar un sueldo digno la encarece, no pasa nada. Las pasarelas de moda podrán celebrarse cada dos años con más expectación y no cada temporada, el obsesionado por la moda debería hacérselo ver por un terapeuta y al igual que con la moda, probablemente podríamos extendernos a la tecnología, la joyería, tabaqueras y un largo etcétera de productos.
Prémiese la felicidad y no el éxito, así los hijos querrán ser felices antes que ricos explotadores.