Hace años que intento pensar en una sociedad más justa y posible, sin pararme en considerar como justo, el reparto equitativo de bienes, ya que esto, a la vez que utópico, no concuerda con la naturaleza humana. La ambición, el egoísmo y la envidia, por mucho que queramos erradicarlo, forma parte del ser humano. La anarquía y el autogobierno, únicamente serían posibles si toda la humanidad aceptase, como sistema de vida, la autogestión, y asumiese sinceramente la honestidad como base principal de convivencia; premisa que desestimo, dada la inmensidad de intentos fracasados a lo largo de la historia. Por lo tanto, esto se puede considerar irrealizable en un ámbito global. Pero en la actual evolución o involución —según se mire— de las relaciones sociales, es más difícil deshacer que modificar, es, incluso imposible, empezar de cero y crear una nueva sociedad. Mi propuesta, independientemente de la validez del sistema actual, pretende añadir un nuevo parche legislativo que permitiría hacer un mundo con menores diferencias sociales de una manera relativamente sencilla y factible. Para ello se debería imponer una nueva norma que, no mermaría la riqueza actual, y consideraría, eso sí, a todos los seres humanos realmente iguales a la hora de nacer. Con esta premisa, impondría, a nivel mundial, la ley titulada “prohibido heredar” con ella, no se harían los ricos menos ricos, pero creo que los pobres tendrían más oportunidades de enriquecerse.
En ocasiones, demasiadas ocasiones, cuando nace el hijo de un rico, en un ambiente de opulencia y falta de conciencia social, sabe que en su vida, por poco que haga, disfrutará del suficiente sustento material para el resto de su existencia, conseguido con el esfuerzo de su progenitor que tanto lo quiere. Los ricos de verdad, atesoran más riquezas de las que pueden gastar en una vida llena de bienes materiales, a veces sin tener herederos directos.
Cuántas veces se oye blandir a los ricos el argumento de «si arriesgo mi dinero, he de obtener mayores beneficios que un simple trabajador que no pone en riesgo nada», eso puede llegar a ser razonable, pero habría que ahondar en: de dónde sacaste el dinero para invertir, por qué tú puedes y «un simple» trabajador no. La mayoría de las veces, el inversor tiene un poderoso sponsor, su herencia. Si no es así, si consiguió su primer sueldo con su esfuerzo y lo invirtió bien, pues que siga invirtiendo, cada vez más, que cree puestos de trabajo y que obtenga grandes beneficios para comprar un yate y una casa de lujo, pero que sepa que de los beneficios de su esfuerzo únicamente podrá disfrutar él y sus allegados mientras viva. Por lo tanto, esta nueva ley permitiría al ambicioso hacer fructuosos negocios y grandes imperios con el único límite de su propio disfrute, pero a su muerte, deberá haber gastado en sí mismo sus bienes y no podrá dejar en herencia nada. Sus hijos, si desean seguir disfrutando de la vida placentera que les aportaba su vida familiar, deberán ser igual de intrépidos que su antecesor y, con su propio esfuerzo, crear sus riquezas. Esta nueva ley evitará que prosperen potentados que amasen fortunas para ellos y para otros, que nazcan niños ricos que desconozcan el esfuerzo que se requiere para obtener bienes materiales o incluso el sustento, se evitará, en cierta medida, que el que nunca se esforzó, menosprecie a los seres humanos que, con el máximo esfuerzo, nunca llegó a ser rico.
Si nacemos iguales, deberíamos tener las mismas posibilidades de prosperar. Esto, en resumen, estructuraría la ambición, marcándole un límite. No tendrá sentido amasar millones y millones de euros si ya nadie los podrá disfrutar; pasarían a ser un bien común que redundaría en una sociedad mejor.
Los hijos del fallecido no tendrán derecho a reclamar nada. Ni dinero, ni bienes, ni siquiera un puesto de trabajo.
Esta simple Ley permitirá también abolir los denigrantes litigios familiares por obtener el patrimonio de los seres “queridos” o despojar al cónyuge del fallecido de la mitad de sus cosas conseguidas con el esfuerzo parejo del difunto y en ocasiones cargadas de recuerdos íntimos.
Habrá que heredar menos y aportar más.
Prohibido heredar
Esta nueva ley permitiría al ambicioso hacer fructuosos negocios y grandes imperios con el único límite de su propio disfrute, pero a su muerte, deberá haber gastado en si mismo sus bienes y no podrá dejar en herencia nada.
Si, la vita e qualce volta molto semplice, si deve avere della fortuna