En nuestro cerebro se van activando millones de instrucciones complejas continuamente. Estas, que hemos ido configurando poco a poco durante nuestra vida, nos permiten: andar, comer, correr, conducir, escribir, hablar… amar, odiar, creer, opinar… en ellas se involucran centenares de conceptos aprendidos y pautas practicadas que están codificadas y guardadas en nuestra red neuronal. Estas instrucciones reducen y simplifican los procesos cotidianos y rutinarios con los que nos desenvolvemos en nuestro entorno, poniéndonos en modo automático.No nos apercibimos del tiempo que pasa, de la vida que tenemos, de las experiencias nuevas que vamos integrando a cada momento, ni siquiera de la antigüedad de algunos parámetros de nuestras instrucciones; solo cuando paramos a reflexionar, a recordar, nos damos cuenta de la vida que hemos vivido. También aprovechamos la reflexión, a veces, para analizar, evaluar y comprender los acontecimientos y crear así nuevos conceptos subjetivos que formarán parte de las instrucciones para seguir viviendo con el piloto automático conectado.
Si queremos observar la vida en toda su plenitud, podemos poner el cerebro en modo “piloto automático apagado” y ser conscientes de todo lo que nos rodea en el instante presente, descubrir que la vida está sucediendo, dejarla fluir, observarla como si fuera la primera vez, sorprendernos, desoír a nuestro sistema automático, ser conscientes de que nosotros somos la vida que estamos viviendo.
Permanecer en este modo de consciencia es muy difícil o casi imposible, sin embargo podemos ir, y esto nos reportará una sensación de felicidad alta, modificando las instrucciones que manejan nuestra vida, eliminando las conclusiones, los juicios y los valores desagradables que, en algún momento, adjudicamos a nuestros pensamientos automáticos, por otros positivos, sonrisas, curiosidad, sorpresa… así conseguiremos que nuestro sistema automático nos proporcione una inconsciencia más placentera de recordar.
La inconsciencia solo se hace patente en la consciencia presente