Toda la vida discurre entre el tiempo que pasa y el tiempo que queda. Pero a veces no queda tiempo y a veces no pasa. Miles de segundos trascurridos que pasaron inadvertidos otros que se mueven con agobiante pereza. Ante mis ojos el tiempo está detenido en un viejo reloj de bolsillo, de plata, la corona maltrecha y gastada, habla de algún desesperado afán por no interrumpir o acelerar el paso de las horas. El diente de un engranaje pidió un respiro, decidió parar el tiempo. Ahora me seduce su ejemplo y temo reparar un acto noble con la conciencia clara de la experiencia que da el tiempo. Estoy absorto en el pensamiento inanimado de este triste reloj que consigue detener su vida y la mía un instante.
Otro punto de vista, otro ritmo, otra reflexión, cada persona va creando el mundo necesario, la vida útil.
Otro punto de vista, otro ritmo, otra reflexión, cada persona va creando el mundo necesario, la vida útil.
José Ignacio Mena