En menor medida y también formando parte de la humanidad, podemos observar personas sencillas, con apenas prejuicios, en las que su única meta es vivir y sentir cada instante, los que abren el corazón y ofrecen sus esencia a las personas que cada segundo conforman su camino. Pero estos, los que darían un sentido intrínseco a la vida en sí, sin artilugios materiales, son los más vulnerables, los que sufren la ira de los ciegos materialistas, irrespetuosos del género humano, insensibles y egoístas.
Nada hay comparable a sentirse bien, libre y feliz, lo que ocurre es que los que confunden estos términos no son capaces, casi nunca, de abrir los ojos para ver dónde está el amigo, el humilde o el honrado. Las personas en general buscan estos indicadores en símbolos materiales, en arquetipos de actuación erróneos y entre “sus propios valores”, sin apercibirse de que su valores de propios no tienen nada o casi nada.
Los individuos libres y humildes, casi siempre huyen de dar explicaciones o de mostrar la verdadera naturaleza humana debido a la amarga experiencia de su incomprensión y al rechazo automático por los que se sienten descubiertos o atisban un ápice de verdad que puede poner en peligro su delicado e infundado modus vivendi. Las verdades fundamentales de la existencia humana pueden ser dolorosas cuando muestran la infame falsedad sobre la que se ha erigido una acción, toda una vida, una sociedad e incluso la humanidad. Se va enredando la vida con hipocresía, sumisión, envidia, odio y un sin fin de triquiñuelas que únicamente consiguen hacerla llevadera y socialmente bien vista, pero enredada, inconsistente e irreal.
Parece necesario conocer las razones de la existencia humana, de la inteligencia, la vida después de la muerte, la muerte en sí y el comportamiento humano. Los líderes sociales sostienen el derecho de crean leyes, normas de conducta, establecer jerarquías de poder y promulgar el crédito o descrédito humano. En ocasiones con afán de dominar a sus fieles, otras con la creencia de poseer la verdad o tal vez sin ningún propósito, pero desde luego, se manifiesta en ellos la falta de humildad al no ser capaces o no querer tener una visión real de las consecuencias de sus actos. Provocando en el desarrollo de algunos individuos carentes de la inteligencia o fortaleza suficiente, falsos sistemas de vida y absurdos valores morales.
Muchos de estos líderes, ciegos sin escrúpulos, además son sordos y aún a sabiendas, el temor a enfrentarse a la vida real o a tomar las riendas de su propia vida les hace enaltecer y defender complejos procedimientos mentales para justificar lo injustificable.
Que nadie se atreva a juzgarme sin antes mirarse al espejo con el alma desnuda.