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José Ignacio Mena

Nací un marzo que no esperaba, de repente, sin decisión meditada,  sin tiempo para pensar. De pronto me vi en la vida a bocajarro, urgiéndome descubrir entre estacazos una razón capital como aliciente de camino a perecer. Tras escudriñar a hombres semejantes, mirando, sintiéndome ajeno, adopté la libertad por mascarón, la conciencia por timón y la felicidad por camino; no sin dudas e importantes desencantos, no sin freno y retrocesos de amargura. Disyuntiva infructuosa.
Pasado ya mi ecuador existencial, inadvertido, comprimo mi pretérito en la esencia evocando apenas vida tangible pero prolífica en exámenes subjetivos, inevitables, que dan sentido a vivir buscando y revelan la raíz de la sinrazón. En el afán por advertir desde el cariño lo inevitable, de lo evidente y aciago a ojos viejos cuando hacen los oyentes oídos sordos e impera la necesidad de ser vivido y al ser sentido ser aprendido. Es por tanto el error más docente que el cariño y constituye pese a todo fuente de vida.
Acaso atesorar  recuerdos es el único sentido de vivir, intrasmisibles,  pues cuando todo acaba, todo se pierde y aun compartiendo, pierdo el disfrute del fruto madurado y del infinito. No pretendo dejar huella de mi paso y cuando muera…  Me gustaría dar la ventaja de vida ajada a mis amores.
Cada efímero presente, mi Dios, ha de ser pleno, pastoso, tangible y sensible; esta es mi lucha. Mantener la conciencia de estar vivo, de amar y ser amado, del hoy como mi siempre; y los recuerdos, cuando evocados, se hacen presente y vida nueva.
Infinitos son los sentimientos que provoca el acaecer. Y si al mirarlo, por ejemplo, a mí me estremece las entrañas, puede ser que las tuyas no se inmuten, tus ojos pintarán con otros colores tu alma. Que no es la vida en sí taxativa, no existiría en ti sin tu mirada, sin tu sentir. No es la vida una materia inamovible, es la forma de percibirla la que en vida la convierte. Lo que ocurre en un lugar distante y ajeno, no conforma la savia de la existencia, sí de otra vida pero no esta. Sólo al citarlo y adentrarlo en el pensamiento se torna presente, instante y recuerdo. Apenas mi pensamiento forma parte de ti, solo un retazo de nuestros tiempos compartidos, por un instante, quizá este momento, este ahora. Vivir es eso, ahora, nada más. Y mis palabras, ajenas, desaparecen. Buscarás tus recuerdos, crearás tu propia esencia de sentir y el significado de haberme conocido.

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